miércoles, 4 de mayo de 2016

Gattaca: el imposible gen del espíritu del humano, una perspectiva colombiana.

Hemos elegido hablar de una película estadounidense de ciencia ficción lanzada en el año de 1997, dirigida por Andrew Niccol que titulada “Gattaca”. No vamos a tocar temas tales como los ángulos, la luminosidad en las escenas, las vestimentas, la musicalidad, entre otras; pretendemos hacer hincapié en el mensaje que nos ofrece el filme, en la profundidad que posee ésta. Gattaca refleja de manera evidente una discriminación genética en un concepto muy futurista, lo cual genera una lucha entre “clases” no sociales, sino “clases genéticas”, pues el trasfondo del filme habla de una lucha de genes, más no de dinero. Ya no es válido ser producto del amor, eso ya es obsoleto, pues quien desea vivir bien y con opciones tendrá que cumplir ciertos parámetros qué los sujetos que son productos del amor del momento, del amor fundido y real, no podrán alcanzar. Si analizamos con quietud podremos entender que ésta película propone el próximo tipo de discriminación que se puede dar en nuestro planeta. Y plantea así mismo un debate ético, acerca de si es o no correcto alterar el espermatozoide que luego será fecundado en el ovulo de la madre. Sería el recurso que muchas familias utilizarían para asegurarse de que su hijo los mueva de algún estado incomodo en el que se encuentran, sometiéndolo desde el principio a cargas de estrés, a niveles muy altos de frustración y por qué no, a un amor ilegítimo por parte de sus padres, pues nunca sabrán qué significa someterse ante el azar del destino. 
la lectura se toca el tema de cómo la tecnología nos ha sacado del presente y nos ha puesto a vivir en pro a las actividades inseguras del futuro, nos mantiene todo el tiempo en un estado de ansiedad que por leve que sea, es significativa. No vivimos el ahora, la gente está chateando en el tiempo de la tecnología, que es otro tiempo y otra dimensión diferente a la en que se nace. Y en la película se ve claro en el momento en el que el personaje principal Vicent, nace como producto de una noche legítima de amor, el día de su nacimiento el doctor ya les dice a sus padres de qué se va a morir, cuánto va a medir, cuánto va a pesar, para qué va a ser bueno y eso es dejar el presente sin ninguna posibilidad de incertidumbre, y el hombre para ser sujeto necesita del beneficio de la duda, necesita responderse así mismo muchas preguntas que la ciencia no debería responderle. Saber cuáles son tus falencias físicas y vivir con miedo a morir de ellas, es justamente un atropello a la autonomía y la libertad de los sujetos. Los temas de salud son muy delicados, aun así, llegue el día en que alguien cree una máquina que diga con exactitud la fecha de nuestra muerte, todo empezaría a perder sentido, pues lo que le da sentido a la vida, es esa misma incertidumbre y sin sabor de cuándo llegará nuestro día.  
En este tipo de sociedad, los sujetos productos del amor real no tienen ningún tipo de esperanza, nadie pone expectativas sobre ellos, pues son sujetos que ya ni siquiera se les puede denominar promedios, están muy por debajo de lo socialmente aceptable genéticamente hablando. Pero a Vicent poco le importó al final lo que la sociedad establecía, pues terminó haciéndose de las suyas para poder frustrar todo un sistema que sigue siendo menos que él, un humano verdadero, con emoción y razón. En conclusión: No hay gen para el espíritu humano.

Con ello, encaminando esta nueva publicación con el tema del blog, vemos que la manera de construir paz y es mediante la memoria, y la memoria es un acto de amor, el cual determina la verdad que se ha tratado de ocultar y manipular para mantener un sistema social establecido. Entendiendo que lo que debe ser principal y fundamental para la construcción de este estado de paz es entender que lo que se ha quitado, afectado y fragmentado es la vida de cientos de personas que padecieron ante una guerra sin rumbo y sin sentido.

Es así como se debe entender que la reparación de víctimas no se debe sistematizar y codificar la historia y la vida de cada persona víctima del conflicto, no categorizarlo en un programa establecido para presentar la realidad de una manera en la que le permita a las dinámicas sociales salir ilesas ante cualquier respuesta sobre estos informes de construcción de paz y memoria.

Referencias:
Gattaca. (1997). Estados Unidos.




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